En el siglo XVI, España era el imperio más grande e importante del mundo. Un imperio donde no se ponía el sol. El emperador Carlos V, no dudaba en expandir su imperio mediante guerras y conquistas por todo el mundo pero mantener un imperio tan grande como el español era muy caro y Carlos V solo tenía una forma de mantenerlo: pidiendo dinero prestado.
Los prestamistas favoritos de Carlos V era la familia Fugger, un grupo de empresarios y financieros alemanes afincados en la ciudad de Augsburgo (Alemania) que ya tiempo atrás habían financiado la elección de Carlos V como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y que no tuvieron reparos en financiar los gastos del vasto imperio Español.
La firma del Emperador era la garantía de los préstamos y estos circulaban de una manos a otras por las plazas financieras de entonces. El descubrimiento de América y las posibles riquezas que podrían haber en el nuevo continente fue el incentivo para que todo el mundo confiara en la deuda española. Esto inició un periodo de especulación en el que muchas personas se lanzaron a trapichear con los títulos de deuda del emperador.
Francia, que también había emitido deuda tiempo atrás, inició una operación de “unificación de deuda”. Todos los bonos de diferentes tipos de interés y plazos se unificarían en un gran certificado denominado “Le Grand Parti”. El problema es que el estado francés con el fin de unificar todos sus préstamos, subió el tipo de interés. Así mientras que los bonos antiguos tenían un tipo de interés medio de 12%, al nuevo gran bono que unificaba toda la deuda se le fijo un tipo de interés del 16%.
La euforia especuladora se disparó y todo el mundo se lanzó a invertir en el nuevo “Le Grand Parti”. Pero el castillo de naipes se mantuvo en pie hasta que un día de 1557 los Fugger recibieron una información confidencial. Felipe II, hijo de Carlos V ,rey de España en esa época, y una persona muy religiosa fue convencido de que pagar o cobrar intereses era contrario a los Evangelios.
Los Fugger decidieron no dar más préstamos. Junto a ello, muchos se dieron en cuenta que en las mercancías de América que llegaban a España (y que al fin y al cabo sustentaban toda su deuda) habían una multitud de frutos exóticos y desconocidos pero no montañas de diamantes o piedras preciosas como se pensaba al principio.
Con estos dos factores, todo el mundo intento deshacerse de la deuda española ya que con este panorama era difícil que el Estado español pudiera pagarla. Entro el pánico en el sistema y la situación se agravo cuando se descubrió que España era incapaz de poder pagar toda la deuda que había contraído.
La crisis se extendió a Francia y el rey francés Enrique II que proclamó a los cuatro vientos la solvencia de su país, afirmó meses después que no podía pagar en absoluto. Ni la deuda ni sus intereses. Así fue la bancarrota del Grand Parti y así fue como Francia y España se fueron a la quiebra gracias al euforia deudora de la época.
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