En la mayoría de Facultades de Económicas se cuenta esta historia de como gracias a la perspicacia de un inspector de hacienda se pudo descubrir un fraude fiscal que se estaba dando en un negocio de hostelería, en este caso, un bar.
En anteriores entradas ya hablamos de si se podía blanquear dinero con un bar. En general, para pagar menos impuestos, la clave es declarar menos ingresos o aumentar los gastos. Puesto que las empresas pagan sus impuestos dependiendo del beneficio que tengan (el impuesto de sociedades), si conseguimos declarar menos ingresos de los que tenemos nuestro beneficio será menor , y a la hora de pagar a hacienda, pagaremos menos impuestos.
En el caso que nos ocupa, el dueño del bar estaba haciendo exactamente eso. Cuando alguien le pagaba un café o un menú, el dueño del bar no lo contabilizaba y por tanto, no existía ese ingreso. Durante muchos años el bar estaba entrando en pérdidas(por lo que no pagaba impuesto alguno) y eso hizo saltar la alarma de hacienda.
Un inspector se presentó en el bar a investigar si se estaba produciendo algún tipo de fraude. Pidió las facturas de los proveedores, pero como el dueño del bar les pagaba a ellos en negro, el inspector no pudo descubrir nada. Pidió las facturas de la luz y el agua, y aunque estas eran altas, por si mismo no era prueba suficiente para garantizar que el dueño estaba declarando menos ingresos de los que se estaban produciendo en el bar.
Pero el inspector fue mas allá y se le ocurrió pedir las facturas de la lavandería. El dueño del bar había declarado 3000 comensales pero según las facturas se habían lavado 9000 manteles y 15000 servilletas. Es decir, según la factura de la lavandería, el dueño del bar ponía 3 manteles y 5 servilletas por comensal. Estaba claro que el dueño del bar declaraba menos ingresos de los que verdad tenía y gracias a la perspicacia del inspector se detectó el fraude y se multó al dueño. Como pudo comprobar el dueño del bar, no es tan fácil engañar a hacienda como parece.