Los plazos de permanencia serán un factor indispensable para que puedas desarrollar una estrategia para canalizar los ahorros correctamente. En primer lugar, deberás conocer que los periodos a los que puedes dirigir las operaciones en renta variable son fundamentalmente tres: corto, medio y largo. Y en función de su elección tendrás que tomar una línea de actuación diferente, y hasta conformando una cartera de inversión muy bien diferenciada entre cada grupo.
No serán los mismos valores que tengas que suscribir a corto plazo, por ejemplo, que si lo diriges a la máxima permanencia. A continuación de expondremos unos sencillos consejos para confeccionar tu inversión en función de este parámetro tan importante en la bolsa. No olvides que deberás planificar los objetivos antes de tomar posiciones en los mercados financieros. Es la forma más correcta, no solamente para proteger tus ahorros, sino para incrementar las ganancias canalizadas a través de tus operaciones en renta variable.
Plazos: permanencias más cortas
Están dirigidas a períodos de entre pocos días y hasta un par de meses, incluso con operaciones en la misma sesión bursátil. Se trata de movimientos mucho más especulativos que tienen como objetivo rentabilizar las aportaciones económicas lo antes posible. No sirve cualquier valor, sino solamente los que presenten una mayor volatilidad en la cotización de sus precios. Hasta el punto que muchos inversores eligen compañías de baja capitalización como centro de sus operaciones más rápidas.
Medio plazo
Están incluidas las operaciones con plazos de permanencia entre 3 y 12 meses. En este caso, las alternativas más recomendables son las que, aun generando ciertas diferencias entre sus precios máximos y mínimos, aportan una mayor seguridad a la cartera de inversión seleccionada. No en vano, dispones de un tiempo más amplio para generar las correspondientes plusvalías. Y que de esta forma, abres el abanico a más valores que puedan ser más receptivos para aplicar esta estrategia intermedia.
Con los plazos más largos
Y en tercer lugar, destaca el largo plazo. Destinado a los pequeños inversores con perfil más defensivo o conservador. Están dirigidas para plazos superiores a un año y sin límites. Aquí entran una serie de valores bursátiles que proceden de los sectores más estables (eléctricas, consumo, alimentación, etc.), que raramente generan serias oscilaciones en los precios cotizados en los mercados. Aunque son los que reparten dividendos entre sus accionistas los más propensos para impulsar las compras.