Joseph Duveen (1855-1937) fue uno de los marchantes de arte más importante de todos los tiempos. Nacido en la ciudad inglesa de Hull, a lo largo de su vida pasaron por sus galerías numerosas obras maestras de la pintura europea. Pero Duveen más que un amante del arte era ante todo un excelente comerciante y hacia todo lo posible para, como buen marchante, sacar el máximo dinero a todos los cuadros que vendía.
Una vez Joseph Duveen se encontró con dos problemas que ponía en riesgo su propio negocio. Los millonarios que hasta el momento pagaban por las pinturas de Duveen se estaban quedando sin espacio en sus mansiones para guardarlas y el gobierno decidió poner un impuesto a las grandes fortunas que mermaría la capacidad adquisitiva de los potenciales clientes de Duveen.
¿Cómo podría Duveen solucionar estos dos problemas que podrían poner en dificultades a su negocio? Pues con una solución muy ingeniosa: la creación de un museo.
Duveen convenció al multimillonario americano Andrew Mellon (fundador de la empresa ALCOA y uno de los hombres más ricos del mundo en esos momentos) para fundar en 1937 la Nationall Gallery Art en Washington D.C.
Andrew Mellon donó todos sus cuadros al museo para ponerlo en funcionamiento y muchos millonarios como él hicieron lo mismo. Al donarlos, estos millonarios evitaron pagar impuestos (ya que el estado recompensaba este tipo de negociaciones) y dejaron huecos vacios en sus mansiones para nuevos cuadros .Además, al disminuir el número de cuadros en el mercado (porque los propietarios los donaban y no los vendían) el precio de estos se mantenía al alza.
Duveen, por tanto, había cambiado por completo la situación creando la Nationall Galllery Art. Con ella, los millonarios tenían más dinero y más espacio para comprar cuadros (aumento de la demanda) y por otro lado, los cuadros que eran donados salían del mercado (descenso de la oferta). Un negocio perfecto que convirtió a Duveen en uno de los marchantes de arte más importantes de la historia.