El objetivo de cualquier inversor, como es en tu caso, no es otro que rentabilizar al máximo tus ahorros en la renta variable. Y cuanto mayor sea, mejor para tus intereses como pequeño ahorrador que eres. No obstante, debes plantearte que las operaciones de compra y venta de acciones en la bolsa no te saldrán gratis. Generan unos gastos que habrá que restarlos de las posibles plusvalías que puedas desarrollar en tus operaciones. O en el peor de los casos, acumularlas a las pérdidas que obtengas en tus movimientos más habituales en este activo financiero
Se trata de una serie de desembolsos que son siempre fijos, y que no tendrás más remedio que asumir cada que abras posiciones en cada uno de los mercados de renta variable, sea cual fuese. Si deseas conocer de dónde proceden, no te preocupes, porque a partir de ahora sabrás como se originan, y lo que es más importante, como pueden afectarte a tus operaciones en bolsa.
Comisiones de compra y venta
Te las aplican sobre cada una de las operaciones de compra y venta de acciones que realices, bajo unas tarifas que oscilan habitualmente entre 6 y 20 euros, en función del capital invertido. De todas formas, puedes acudir a algunas promociones que desarrollan las entidades financieras, que te permiten rebajar sus gastos sustancialmente. Hasta incluso contratar una tarifa plana, en las que pagarás todos los meses la misma comisión, sean cual fuesen el número de operaciones que suscribas. Y que están destinados a los inversores más activos en los mercados financieros.
Comisión de custodia
Se trata de una pequeña tasa que te cobrará el banco por el mantenimiento de sus títulos. No supondrá muchos euros, pero si otra fuente que restará rentabilidad a tus posiciones en renta variable. Se realizan sobre cada una de las operaciones que impulses en los mercados. Y aunque no sea significativa, en muchas de las ocasiones puede que te sorprenda cada vez que las veas anotada en tu cuenta corriente.
Impuestos en bolsa, más gastos
Las ganancias que obtengas en tus operaciones de bolsa irán a parar a tu cuenta corriente de forma, sin ningún descuento en impuestos. Pero en cualquier caso, tendrás que declararlo en la próxima declaración de la renta. Los dividendos, por otro lado, tendrán el mismo tratamiento fiscal, aunque con una diferencia muy apreciable. No en vano, cuando te lo abonen será en neto, no bruto, como consecuencia del descuento de los correspondientes impuestos. Con lo cual no será la rentabilidad previamente anunciada, sino algo menos debido a esta operación contable.