Aunque el intercambio de acciones ha estado presente en una forma u otra durante siglos, muchas veces los inversores principiantes –y a veces también los más experimentados- no siempre entienden exactamente cómo funcionan los mercados de valores o qué mecanismos los afectan.
Las reglas del juego no han cambiado con los años, a pesar de que hay más mercados y son más grandes que nunca. Los ordenadores han reducido el tiempo de ejecución de la operación a una milésima de segundo y nuevas empresas se registran en la bolsa cada día.
¿Por qué una empresa entra en bolsa?
Cuando una empresa necesita obtener dinero tiene dos opciones: Los propietarios pueden solicitar un préstamo al banco o pueden ofrecer a las personas una participación en la empresa en forma de acciones. Como “accionista” eres dueño de una parte del negocio junto con muchas otras personas. Esto implica que también tienes derecho a parte de los activos y las ganancias.
Desafortunadamente, poseer acciones no te da derecho a voz y voto sobre lo que sucede en el funcionamiento de la empresa. De vez en cuando, las grandes empresas celebran reuniones donde los accionistas pueden votar en la elección de los miembros del consejo de administración o en los cambios específicos en la estructura de la entidad. Por lo general, los votos individuales tienen poco peso en estas cuestiones, especialmente si el número de accionistas es grande.
La estructura de propiedad de la empresa es lo que contribuye al valor de una acción. Los inversores entienden que cuando las ganancias de una compañía mejoran, el precio de la acción sube. Y esa es precisamente la naturaleza de las operaciones bursátiles.
10% de rendimiento medio
Después del crash de la Bolsa de Nueva York en 1929 el precio de las acciones subió y, a pesar de muchos los muchos pánicos y problemas de los últimos años, el rendimiento medio ha devuelto casi un 10% al año desde entonces. Sin embargo, como con todas las inversiones, no hay garantías.
Pongamos como ejemplo el reciente derrumbe de las bolsas como consecuencia de la decisión del Banco Nacional de Suiza de recortar el tipo de cambio máximo. Si nos quedamos con las acciones que generalmente se han comportado bien durante los últimos años, hay una oportunidad bastante buena de obtener ganancias en el futuro a pesar de esa caída, pero si por el contrario, en lugar de esperar a que termine la caída del mercado, el inversor se retira antes de que la acción tenga la oportunidad de recuperarse, la pérdida será inevitable.
Lo anterior no se puede decir de las pequeñas empresas en las que se exige más vigilancia. Aunque el precio de compra es por lo general más bajo y se puede comprar más acciones a un precio bajo, la fuerza y la estabilidad son más cuestionables y la posibilidad de que el valor caiga es mayor. El menor precio a menudo es tentador y, con la facilidad que proporciona hoy en día en comercio online, la compra de acciones se puede volver un movimiento impulsivo que en ocasiones nos pueden originar fuertes pérdidas.
En la economía, siempre habrá mercados alcistas y bajistas. La paciencia y el tiempo son las claves del éxito en la inversión. El negocio de las acciones debe ser considerado como una tarea a largo plazo si se quiere tener éxito. Pero, para poder soportar el golpe de un mercado a la baja, es necesario tener una participación en el mercado para que, cuando los precios suban, poder estar bien situado y poder recuperar las ganancias.